MANOLO GARCIA :

      ARENA EN

      LOS BOLSILLOS

      PREFIERO EL TRAPECIO

      M. García García-Perez
      
      Con la hermanas Gilda duermo en una cama grande; 
      bailamos con las canciones del Sisa y el Peret. 
      En un edificio con ventanas sin cristales, 
      Carpanta y yo vivimos a base de latas de calamares. 
      
      En el 13, Rue del Percebe, 
      vivo en la ausencia del deseo canalla, 
      en la indigencia del garfio y la pata de palo. 
      Y, si la vida es un sueño, 
      como dijo algún navegante atribulado, 
      prefiero el trapecio 
      para verlas venir en movimiento. 
      
      Voy viviendo a mi manera, 
      si conviene, regando 'pa' que crezca la higuera, 
      'pa' que crezca y dé sombra, 
      'pa' que dé sombra y frutos, 
      y muchas primaveras. 
      Y muchas primaveras. 
      
      Ante una hoguera que alimento 
      con muebles de algún desalojo indecente 
      me caliento junto al Correcaminos, 
      Rompetechos y otros colegas. 
      En fin, buena gente. 
      
      Somos gente ficticia, 
      náufragos urbanos, 
      perdidos, renegados, inadaptados 
      olvidados; gente ficticia, 
      gente fetén. Si el mundo fuese de cartulina, 
      prefiero el trapecio 
      para verlas venir en movimiento 
      
      Voy viviendo a mi manera, 
      si conviene, regando 'pa' que crezca la higuera, 
      'pa' que crezca y dé sombra, 
      'pa' que dé sombra y frutos, 
      y muchas primaveras. 
      Y muchas primaveras. 
      
      Caballeros de bombín gastado, 
      calcetín a rombos, de guante roto, 
      de bufanda mugrienta en las húmedas noches de Marzo. 
      
      Como el "lindo gatito", fracasamos invariablemente 
      para diversión del personal que nos mira de reojo, 
      Y como el Coyote, nunca llegamos a la hora, 
      ni al lugar, ni en el momento preciso. 
      
      

      A SAN FERNANDO, UN RATITO A PIE Y OTRO CAMINANDO

      M. García García-Pérez
      
      Pártete conmigo 
      un cuartito de silencio. 
      Préstame esta noche 
      tu maleta de los sueños. 
      
      O me echas un pulso 
      o jugamos un sencillo. 
      Frótate conmigo 
      hasta que me saques brillo. 
      
      Llévame esta noche a San Fernando, 
      iremos un ratito a pie y otro caminando. 
      Súbeme al Monte de las Siete Verdades 
      o enséñame a besar como tú sólo sabes. 
      
      Llévame esta noche a San Fernando, 
      iremos un ratito a pie y otro caminando. 
      
      Que si me paro, el muermo me puede, 
      y si me puede me meto en la cama, 
      que es donde mejor se está cuando llueve. 
      Que ya no me paro ni un momento 
      antes de que se nos lleve el viento. 
      
      ··· 
      
      Llévame a ese cine, 
      al de las sábanas blancas, 
      o córtame el pelo, 
      o vamos a robar naranjas. 
      
      En cuanto amanezca 
      nos subimos a la parra 
      a hacer el amor 
      sobre el lucero del alba. 
      
      Llévame esta noche a San Fernando, 
      iremos un ratito a pie y otro caminando. 
      Súbeme al Monte de las Siete Verdades 
      o bésame... o bésame como tú sabes, 
      como tan sólo tú sabes, 
      como tan sólo... tan sólo tú sabes. 
      
      Enséñame las fotos que tienes 
      en tu caja de galletas, 
      enséñame a hacer como tú haces la veleta. 
      
      

      DEL BOSQUE DE TU ALEGRIA

      M. García García-Perez
      
      Porque de ti volví a aprender el nombre de las cosas, 
      porque de ti volví a aprender lo necesario: 
      pan, casa, destino, camino. 
      De ti volví a aprender, del bosque 
      de tu alegría, de manos 
      de tu sereno misterio. 
      
      Quedaba mucho por hacer: 
      arreglar la huerta, 
      hablar con los perros, 
      pasear por las orillas del Otoño. 
      Quedaba mucho por hacer, 
      quedaba mucho. 
      
      Porque de ti volví a aprender lo necesario, 
      a prescindir de lo inútil, que nada es precario. 
      Del brillo de tus ojos, a disfrutar el tiempo lento. 
      Y cuatro cosas útiles de tu gesto cierto. 
      Y muchas cosas más de ti aprendí. 
      Y quedaba mucho por hacer... 
      
      A tirar el lastre, de eso que es la existencia; 
      del tráfico, del peso de los lunes; 
      gris, cielo, hoguera, camino; 
      de películas malas; 
      a robarle el tiempo al minutero; 
      que los relojes matan el tiempo. 
      
      Quedaba mucho por hacer: 
      recoger los sueños en las noches frías, 
      como cuando no hay peces, recojo las redes vacías. 
      Quedaba mucho por hacer, 
      quedaba mucho. 
      
      ··· 
      
      Aprendí a sumar lo lógico y lo incierto, 
      a poner la mesa. 
      Aprendí a tolerar la presencia necesaria 
      de las arañas. 
      Aprendí a soportar sólo lo soportable. 
      Y quedaba mucho por hacer, 
      rechazar el tedio, luchar contra él. 
      Y quedaba mucho por hacer... 
      
      Limpiar de malas hierbas el prado, 
      arrancar las rejas y cercados, 
      hacer montones: perros con gatos, 
      hacer montones: soles y estrellas, 
      borrar las señales de vuelo 
      para que los pájaros sean dueños del cielo. 
      Y quedaba mucho por hacer. (x4)
      
      

      PAJAROS DE BARRO

      M. García García-Perez
      
      Por si el tiempo me arrastra 
      a playas desiertas, 
      hoy cierro yo el libro 
      de las horas muertas; 
      hago pájaros de barro... 
      hago pájaros de barro y los echo a volar. 
      
      Por si el tiempo me arrastra 
      a playas desiertas, 
      hoy rechazo la bajeza 
      del abandono y la pena. 
      Ni una página en blanco más. 
      Siento el asombro de un transeúnte solitario. 
      
      En los mapas me pierdo, 
      por sus hojas navego. 
      Ahora sopla el viento, 
      cuando el mar quedó lejos hace tiempo. 
      
      ··· 
      
      Ya no subo la cuesta 
      que me lleva a tu casa, 
      ya no duerme mi perro junto a tu candela. 
      En los vértices del tiempo 
      anidan los sentimientos. 
      Hoy son pájaros de barro que quieren volar. 
      
      En los valles me pierdo, 
      en las carreteras duermo. 
      Ahora sopla el viento, 
      cuando el mar quedó lejos hace tiempo, 
      cuando no tengo barca, remos, ni guitarra, 
      cuando ya no canta el ruiseñor de la mañana. 
      
      Ahora sopla el viento, 
      cuando el mar quedó lejos hace tiempo. 
      En los valles me pierdo, 
      en las carreteras duermo. 
       
      

      SOBRE EL OSCURO ABISMO EN QUE TE MECES

      M. García García-Perez
      
      En los talles de las mujeres te complaces, 
      en cuadros antiguos y en herrumbrosas llaves, 
      en el pasar sereno del cometa, 
      en el cajón secreto de tu armario, 
      en la luz brillante de las olas, 
      en el oscuro abismo en que te meces. 
      
      De palabras viejas y antiguos verbos, 
      como el vino viejo que bebes, 
      es tu aroma seco de una vida larga. 
      
      Sobre el oscuro abismo en que te meces, 
      sobre el oscuro abismo en que me mezco. (BIS) 
      
      Junto a las acacias de la orilla, 
      de flores te disfrazas, 
      y como si todo fuese cierto, 
      te miras en el miedo. 
      
      Florecen las malvalocas 
      en la selva de tu pelo 
      mientras te bebes los días 
      como azúcar-caramelo. 
      
      Al refresco de lima, 
      al refresco salvaje, 
      que la vida se enreda 
      como bolo de encaje. 
      
      Florecen las primaveras 
      de risas y de aguaceros 
      como florecen los campos 
      de la tierra que más quiero. 
      
      A tu lado, mi vida 
      va pasando discreta 
      entre los naranjos 
      que yo tengo en mi vega. 
      
      En los talles de las mujeres te complaces, 
      en cuadros antiguos y en las herrumbrosas llaves, 
      en el pasar sereno del cometa, 
      en el cajón secreto de tu armario. 
      
      De palabras viejas y de antiguos verbos, 
      como ese vino viejo que bebes, 
      es tu aroma seco de una vida larga, 
      es tu aroma en la vibrante luz de las olas. 
      
      Sobre el oscuro abismo en que te meces, 
      sobre el oscuro abismo en que me mezco. (BIS)
      
      

      A QUIEN TANTO HE QUERIDO

      M. García García-Perez
      
      No quiero tu amor, 
      ni escuchar tu voz, ni vivir por ti. 
      No quiero tu amor 
      porque, cuanto más te alejas, 
      más libre me siento. 
      
      De ti ya nada espero, 
      que el camino acaba aquí. 
      Ya no soy ni canción ni sueño. 
      Ya no estás, 
      ya no siento el zarpazo de tu silencio. 
      
      Hoy es como si todo 
      hubiese pasado hace tiempo. 
      Te llevas el capote bolero de mis pasiones. 
      Ni me interesa ni lo lamento. 
      
      Hoy quiero tu amor 
      y escuchar tu voz y vivir por ti. 
      Hoy quiero tu amor 
      porque, cuanto más te alejas, 
      más triste me siento. 
      
      De ti ya nada espero, 
      que el camino acaba aquí. 
      Ya no soy ni fin ni destino, 
      ahora sé que acabó 
      lo que compartimos. 
      
      Ya olvidé tu voz, tu piel, 
      aunque llore por ti alguna vez. 
      Mi corazón libre es, 
      pero siente la pena. 
      
      "De caricias aéreas 
      enmarañé tu cuerpo." 
      - a quien tanto he querido le escribo - 
      "Ya no peino tu pelo, 
      son los dedos del viento." 
      
      

      COMO QUIEN DA UN REFRESCO

      M. García García-Perez
      
      Me detengo en las miradas, 
      me escapo detrás. 
      Son como bandadas de grises palomas; 
      azules, rojas, de todos los colores. 
      Sólo busco refrescar estos calores. 
      Me detengo en las miradas. 
      
      Con los ojos que me miran 
      me puedo escapar, 
      sólo busco fijar esos vivos momentos. 
      Miradas limpias o pálidas miradas, 
      sólo busco alegrarme la mañana. 
      
      Te confieso que no atino 
      a encontrar la calma; 
      nada ansío más, 
      y es lo que menos tengo. 
      
      Se va el alma silenciosa 
      por la ventana, 
      detrás de algunos ojos azul sediento. 
      ¡Ay! del que se enamora hasta en un desierto. 
      Dame descanso 
      como quien da un refresco. 
      
      Tu mirada vuela; 
      vuela, calma, vuela. 
      En las calles es una flecha 
      que alivia el tiempo de los poetas. (BIS) 
      
      Me detengo en las miradas, 
      me escapo detrás. 
      Busco en ese mar de miradas perdidas; 
      azules, verdes, de todos los colores. 
      Son tan libres como libres son los hombres. 
      Me detengo en las miradas. 
      
      Que el amanecer me encuentra 
      siempre despierto, 
      que me desvela el hambre que de ti tengo. 
      Se va el alma silenciosa por la ventana, 
      se va detrás del lucero de la mañana. 
      Dame descanso como quien da un cigarro. 
      
      Tu mirada vuela; 
      vuela negra, vuela. 
      En las calles es una flecha 
      que alivia el tiempo de los poetas. 
      
      Tu mirada vuela; 
      vuela negra, vuela. 
      Es la flecha que hiere el tiempo, 
      que lo detiene, que lo hace espeso, 
      que lo detiene, que lo hace eterno. 
      Tu mirada. (x3) 
      
      

      CARBON Y RAMAS SECAS

      M. García García-Perez
      
      Sírvete entre tanto 
      lo que te apetezca. 
      Redimirte quiero, 
      más sin sobresaltos. 
      
      Sobre los tejados se escapa la tarde, 
      humo de un cigarro que fuma Gardel. 
      En el dulce licor que me hiere salvaje, 
      en los garabatos que hago en el mantel. 
      
      Y esperaré, y si no vuelves, 
      bajo el olivo me quedaré dormido. 
      Esperaré por si te pierdes. 
      Saldrá la luna fanalico encendido. 
      
      Te regalo mi capa, 
      mi capa de color grana, 
      mi triste sonrisa alzada en las ramas, 
      en los gallardetes, en las banderolas. 
      yo te haré un vestido de un rojo amapola. 
      
      ··· 
      
      Nana del marinero, nudo de antojos, 
      que nadie te amará tanto como yo. 
      Si ahora pudiese estar mirando tus ojos, 
      ¿iba a estar escribiendo aquí esta canción? 
      
      Y esperaré, y si no vuelves, 
      bajo el olivo me quedaré dormido, 
      y dormiré entre libros prohibidos, 
      al olvido de un tiempo que añoro, 
      el que viví contigo, 
      
      Mi caballo negro, yo te lo regalo. 
      Carbón, ramas secas al enamorado. 
      Perdonarte quiero, 
      más no tengo prisa. 
      Disculpa un momento, 
      que me desenredo. 
      
      Sírvete entre tanto 
      lo que te apetezca. 
      Redimirme quiero, 
      más sin sobresaltos. 
      
      Tuyo es el triunfo. 
      Sabor amargo 
      del seco fruto 
      del desencanto. 
      
      Laurel del triunfo. 
      Sabor amargo 
      del seco fruto 
      del desencanto. 
      
      

      LA LLANURA

      M. García García-Perez
      
      Aquí me tienes, 
      a ratos encendido, a veces feliz. 
      Aquí te espero, 
      a ratos generoso, a veces audaz, 
      al plomo de la realidad. 
      
      Mendigo de amor hoy seré. 
      Te espero junto a la farola. 
      Palmeo por rumbas a James Brown. 
      Si puedes, mejor ven sola. 
      
      Si me quieres pérfido, soy santo; 
      si angelical me quieres, 
      la rama podrida del árbol. 
      
      Volveré, volveré 
      cuando el gallo no coma. 
      Volveré, volveré 
      cuando el gallo no quiera comer. 
      
      Léeme a Polibio en el andén, 
      y así esperamos que llegue tu tren, 
      que tanto tarda. 
      Mejor leemos a Platón. 
      No, calla; léeme el Lecturas, 
      que tanto nos gusta. 
      
      Un paralítico tren va silbando 
      sobre la vía trazada con tiralíneas. 
      Al Basiti, la llanura, 
      un mundo plano como punta de alfiler. 
      
      El viento vuela tu falda. 
      Nos salva el altavoz del andén. 
      Y ahora, gírate y anda 
      hacia el tren que nos separará. 
      
      Se aleja tu mirada 
      detrás de la ventana. 
      
      Volveré, volveré 
      cuando el gallo no coma. 
      Volveré, volveré 
      cuando el gallo no quiera comer. 
      
      Llegaré, llegaré 
      con un saco cargado de agujas. 
      Llegaré, llegaré 
      caminando sobre un alfiler. 
      
      

      VIERNES

      M. García García-Perez
      
      Como cada viernes 
      salgo a dar una vuelta, 
      a quemar la semana 
      y caminar a la deriva, caminar. 
      
      Siéntate, siéntate, siéntate, 
      ven, cuéntame, cuéntame. 
      Siéntate, cuéntame, cuéntame, cuéntame. 
      Ven, siéntate. ¿De dónde sales tú? 
      
      Salgo, -vuelve a ser viernes-, 
      a respirar aire y callejear, 
      y caminar a la deriva; andar y andar. 
      
      Siéntate, siéntate, siéntate, 
      ven, cuéntame, cuéntame. 
      Siéntate, cuéntame, cuéntame, cuéntame. 
      Ven, siéntate. ¿De dónde sales tú? 
      
      Usa mis manos, mi nombre, mi ropa, mi ordenador. 
      Háblame toda la noche si me quieres convencer; 
      un rato, una hora, un día, un tiempo sin determinar, 
      tarda una vida en contarme lo que me quieras contar. 
      
      ¡Ay! si tú quisieras... 
      Mi corazón es un tam-tam, 
      una postal desde Idaho, 
      un disco viejo, 
      una moto disparada, 
      un final de mes, 
      un túnel sin tren, 
      una granada, 
      un corazón que se desgrana, 
      es un avión sobre la Pampa, 
      Hola y adiós, hasta mañana. 
      Quemar semanas. 
      
      Dame alguna pista, o dime: "Ya te llamaré", 
      o llámame; 
      tu nombre al menos, si vas a desaparecer. 
      
      Hoy es viernes 
      y los sueños brillan más. 
      Hoy es viernes y quiero bailar, 
      sólo bailar. 
      
      

      ZAPATERO

      M. García García-Perez
      
      Penacho de plumas, 
      penacho de espuma 
      como de cerveza, 
      como rubia trenza que no cesa. 
      
      De subir... de subir a lo alto, 
      hasta la azotea a mirar el cielo. 
      Dónde vives ahora, 
      en una casa baja, 
      donde pasas las noches 
      en tu cama de escarcha. 
      
      Mándame en un sobre 
      tu sonrisa rota, 
      rápido, García, 
      yo te la compongo. 
      Se reparan botas, 
      bolsos de cuero y alpargatas, 
      canastos de mimbre, 
      diademas de borlas. 
      
      Que no hay nada más, 
      que no hay nada más 
      mientras nuestros labios se quieran besar. (BIS) 
      
      Que no hay nada más 
      mientras nuestras bocas se quieran besar. 
      
      Con nieve de nardo 
      yo te la remiendo, 
      con tela del aspa 
      de un molino viejo, 
      con polvo del brillo 
      de un trozo de espejo, 
      con el rabo blanco 
      de un gato perplejo. 
      
      Que... 
      Que no hay nada más, 
      que no hay nada más 
      mientras nuestros labios se quieran besar. (x3) 
      
      Que no hay nada más 
      que no hay nada más 
      mientras nuestras bocas se quieran besar. 
      
      ··· 
      
      Mándame en un sobre 
      tu sonrisa rota, 
      yo te la compongo, 
      que soy zapatero. 
      
      Que soy zapatero, 
      que soy zapatero remendón. (x3) 
      
      

      LA SOMBRA DE UNA PALMERA

      M. García García-Perez
      
      El calor que tú me has 'dao' 
      no volvió en ningún momento; 
      no encontré otro mirlo blanco, 
      no lo hay bajo el firmamento. 
      
      Del vuelo de tus palomas, 
      del ala de tu sombrero, 
      me columpié en el alero 
      de los aires que te dabas. 
      
      Abanicos por pestañas, 
      que cada vez que mirabas 
      se me doblaban las cañas, 
      varitas de paragüero. 
      
      La sombra de una palmera 
      es alimento del alma. 
      Ahora que todo ha pasado, 
      neblina del sentimiento. 
      
      Añoranza de otro tiempo 
      en que me honraba tu presencia 
      que fue tu amistad sincera, 
      desinteresada y cierta. 
      
      De la sombra, 
      de la sombra que yo amé. 
      De la sombra, 
      de la sombra que se fue. 
      
      La sombra de tu palmera 
      me cobija, es un encuentro; 
      con sus brazos me rodea, 
      me apacigua el sufrimiento. 
      
      Es un desierto de esperas, 
      de amaneceres ardientes, 
      de mañanas que florecen 
      como troncos de serpientes. 
      
      La sombra de una palmera 
      es alimento del alma, 
      es un desierto de arena. 
      Ahora que todo ha pasado, 
      neblina del sentimiento. 
      
      De la sombra, 
      de la sombra que yo amé. 
      De la sombra, 
      de la sombra que se fue. 
      
      

      PAJAROS DE BARRO (INSTRUMENTAL)

      M. García García-Perez