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Un interesante artículo aparecido en la revista científica The Zoologist
en su número de julio de 1868 describía lo que su autor vio a comienzos
del mismo año en Copiapó (Atacama, Chile): Ayer, hacia las cinco de
la tarde, cuando ya habían finalizado los trabajos del día en esta mina
y todos los trabajadores se hallaban reunidos esperando la cena, vimos
aparecer por el cielo un pájaro gigantesco; al principio creímos que se
trataba de una de las nubes que en aquel momento oscurecían la atmósfera,
suponiendo que el viento la había separado del resto. Su rumbo era en
dirección noroeste-sudeste, y su vuelo rápido y rectilíneo. Como pasó
a poca distancia de nuestras cabezas, pudimos apreciar la extraña estructura
de su cuerpo. Sus inmensas alas estaban recubiertas por un plumaje grisáceo;
la monstruosa cabeza parecía la de una langosta, y sus grandes ojos abiertos
brillaban como tizones; parecía estar recubierta por algo parecido al
grueso y rígido pelaje de un jabalí, mientras que en su cuerpo, alargado
como el de una serpiente, sólo pudimos apreciar escamas brillantes, que
originaban un sonido metálico cuando el extraño animal giraba el cuerpo
durante el vuelo.
Este informe se parece en algunos aspectos a los relatos referidos a
los pájaros con tamaño de avión que fueron divisados en Illinois (Estados
Unidos) en 1948. Pero en este caso los trabajadores chilenos estuvieron
más cerca de su "pájaro" cuando lo vieron, siendo capaces de
describir posteriormente su extraña apariencia. ¿Se trataba realmente
de un pájaro, o era un reptil volador?
Quizás se trató simplemente de un montaje periodístico, como también
lo parece el "ave del trueno" pretendidamente cazado
cerca de Tombstone, Arizona, en 1890. Los detalles aparecieron en un artículo
del Epitaph de Tombstone del 26 de abril de 1890. El relato de lo que
al parecer sucedió es muy breve. Dos rancheros que cabalgaban por el desierto
cazaron un monstruo alado "que se parecían a un enorme caimán con
una cola extremadamente larga y un inmenso par de alas", y que al
parecer estaba exhausto. Se aproximaron lo suficiente como para matarlo
con el rifle, y después lo midieron. Media unos 28 m de largo, y la envergadura
alar era de unos 49 m. Las alas y el cuerpo carecían de pelo o plumas,
y la mandíbula presentaba agudos dientes.
La saga de Tombstone se complica debido al hecho de que al parecer se
había cazado otra "ave del trueno" en la misma zona en 1886.
Hay investigadores que pretenden haber visto una fotografía de la misma,
aunque hasta la fecha nadie ha sido capaz de localizarla. Según parece,
nadie sabe lo que sucedió con el cuerpo del animal, si es que de verdad
existió. Varias historias publicadas en periódicos americanos durante
la segunda mitad del siglo XX se han revelado como mentiras, y ésta pudiera
muy bien ser otra.
Admitiendo que los "pájaros" de Copiapó y Tombstone hubieran
existido de verdad, se trataría más de monstruos prehistóricos que de
pájaros tal como los conocemos nosotros ahora. Algunos años antes, hacia
la década de 1850, un periódico francés informó que en una cantera de
Culmont, en Haute-Mamne (Francia), unos hombres habían descubierto un
pterodáctilo vivo. La criatura salió de una cueva de la roca, y parecía
un murciélago del tamaño de un ganso grande. Era de color negro, y la
envergadura de las alas era de unos 3 metros.
Es posible admitir que los relatos del siglo XIX relativos a los pterodáctilos
no sean de fiar; pero en el siglo XX se han producido algunos desconcertantes
hechos acaecidos en América que resulta más difícil rechazar. Los primeros
relatos del siglo XX hacen referencia a un monstruo enigmático, llamado
"el diablo de Jersey".
En enero de 1909 esta extraña "cosa" aterrorizó al estado
de Nueva Jersey. Su refugio se hallaba al parecer en algún lugar de Pine
Barrens, una zona remota del sudeste del estado. En el transcurso de los
años fueron atribuidos al diablo de Jersey todo tipo de extraños
fenómenos.
Las bromas del diablo de Jersey
Los sucesos comenzaron en enero de 1909, cuando por lo menos en 30 pueblos
se informó de la presencia del diablo de Jersey. Una de las primeras
observaciones ocurrió el domingo 17 de enero en Bristol (Pennsylvania),
cerca de la frontera con Nueva Jersey. A las dos de la madrugada John
McOwen oyó unos ruidos extraños y saltó de la cama. Relató lo siguiente:
"Miré por la ventana y me sorprendió ver una gran criatura en los
diques del canal. Se parecía a un águila... y fue dando saltos por el
sendero de remolque."El guardián James Sackville también lo vio en
Bristol aquella noche. Dijo que tenía alas y que saltaba como un pájaro,
pero que presentaba extrañas características y emitía un horrible chillido.
Sackville corrió hacia él, disparándole con el revólver, cuando emprendió
el vuelo. El jefe de correos, E. W. Minster, fue la tercera persona de
Bristol que vio al diablo de Jersey aquella mañana, volando sobre
el río Delaware. El gran pájaro, semejante a una grulla, parecía resplandecer,
y se aproximó lo suficiente como para permitir que Minster apreciase varios
detalles: Su cabeza parecía la de un macho cabrío, con cuernos retorcidos,
y su largo y grueso cuello se proyectaba amenazadoramente hacia adelante.
Tenía alas delgadas y largas; las piernas eran cortas, siendo más cortas
las anteriores que las posteriores.
De nuevo lanzó su espantoso grito, mezcla de lamentación y silbido. A
la mañana siguiente los residentes de Bristol encontraron las huellas
del diablo de Jersey en la nieve: parecían las de una pezuña.
Durante la semana siguiente, el diablo de Jersey parecía estar
en todas partes, y cundió el pánico en el estado. Los granjeros instalaron
trampas de acero y los cazadores siguieron las huellas. La escena debió
parecerse mucho a las que se producen hoy en día cuando se publica que
en cierta zona se han visto las huellas de un "yeti",
con el consiguiente caos de fotógrafos y cazadores. Pero el diablo
de Jersey parecía indiferente a todo ese despliegue. El martes 19
de enero, a primera hora de la mañana, el señor y la señora Nelson Evans,
de Gloucester City (New Jersey), vieron al monstruo bailar en el tejado
se su casa durante 10 minutos. He aquí el relato del señor Evans: Medía
aproximadamente un metro de altura; tenía la cabeza de un perro collie
y la cara de caballo. El cuello era largo; las alas median unos 60 centímetros,
y las patas posteriores eran como las de una grulla. Tenía pezuñas de
caballo. Caminaba sobre sus extremidades posteriores, levantando dos patas
delanteras cortas, con garras. No utilizó las patas delanteras en ningún
momento mientras nosotros observábamos. Confieso que mi mujer y yo estábamos
aterrorizados, pero tuve el coraje de abrir la ventana y gritarle, con
lo que el animal giró sobre sí mismo, me miró fijamente y se marchó volando.
Otros testigos mencionaron que tenía la piel de un caimán, y algunos
creían que media más o menos 1,8 metros de altura. La última vez que fue
visto fue el viernes 22 de enero, después de lo cual el diablo de Jersey
desapareció tan de repente como había llegado. Se propusieron varias explicaciones
jocosas, por ejemplo, que se trataba de un "eslabón perdido";
también se explicó como un caso de histeria colectiva.
Otras personas, que tomaron más en serio a los testigos, especularon
con la posibilidad de que en realidad hubiesen visto pájaros: sugirieron
una "invasión" de un tipo especial de patos. También
sugirieron la posibilidad de que se tratase de una grulla de las colinas:
este pájaro, con una envergadura de 2 metros, una longitud de 1,2 metros
y "un estridente chillido" por voz, fue antiguamente
muy común en Nueva Jersey, pero en la actualidad se la supone confinada
en zonas remotas del sur. Otros sugirieron que los testigos habían visto
un "superviviente de los tiempos prehistóricos". Las
señales de pezuñas fueron consideradas una falsificación, o bien huellas
humanas deformadas y borradas (esto podría explicar algunas huellas, pero
no las detectadas en sitios inaccesibles). La explicación que se elija
para los increíbles sucesos acaecidos entre el 17 y 22 de enero de 1909
depende de la confianza que uno tenga en los testigos oculares.
A medida que nos acercamos a nuestros días, las personas que han visto
pájaros gigantes comienzan a "identificarlos" como pterodáctilos,
tendencia que podría reflejar un mayor conocimiento del público sobre
animales prehistóricos. En mayo de 1961, un ejecutivo que volaba en avioneta
sobre el valle del río Hudson vio a su lado a un pájaro enorme que apenas
si movía las alas. Dijo que era un "enorme pájaro, mayor que un águila...
se parecía a un pterodáctilo de los tiempos prehistóricos".
A comienzos de los años sesenta, una pareja que circulaba de noche en
automóvil por el bosque de Trinity, en California, vio algo que identificaron
primero como una avioneta en apuros, pero luego se dieron cuenta que debía
tratarse de un pájaro. Volaba a la altura de las copas de los árboles
y parecía tener una envergadura de unos 4 metros. La pareja no pudo distinguir
ningún detalle, puesto que sólo vieron la silueta del "pájaro"
cuando cruzó la carretera por delante suyo, hacia una cueva situada en
un estrecho desfiladero. Decidieron que se parecía a un pterodáctilo.
A principios de 1976 comenzaron a registrarse informaciones procedentes
de Texas acerca de criaturas parecidas a pájaros misteriosos o a reptiles
voladores prehistóricos. La primera observación se produjo el 1ro. de
enero, en Harlingen, siendo sus protagonistas Jackie Davis (14 años) y
Tracey Lawson (11 años). Vieron un "pájaro" de 1,5 metros de
alto, con unas "espaldas" de 90 centímetros de anchura. Era
de color negro, con grandes ojos de color rojo oscuro; la cabeza era calva,
y la cara semejaba la de un gorila, con un pico de 15 centímetros de longitud.
Al día siguiente sus padres fueron a investigar y encontraron cinco huellas
(cada una con tres dedos) de 20 centímetros de anchura y 4 de profundidad.
Ni un hombre de 77 kg de peso hubiera podido dejar huellas tan profundas
en aquel duro terreno.
Una semana después, el 7 de enero, Alvérico Guajardo vio probablemente
al mismo pájaro. Había salido al exterior de su "roulotte" para
investigar, puesto que algo había chocado con su remolque. Esto sucedía
en la ciudad de Brownsville. Encendió las luces de su caravana, que iluminaron
"algo procedente de otro planeta". La criatura, de 1,2 metros
de largo, miró fijamente con sus ojos llameantes y colorados al aterrorizado
hombre. Guajardo pudo distinguir plumas negras, un pico de unos 60 u 80
centímetros de largo y las alas como de murciélago. Se alejó de las luces
al tiempo que emitía un horrible chillido. Guajardo se refugió finalmente
en casa de un vecino.
La experiencia de Armando Grimaldo fue la más terrorífica de todas las
que se vivieron en el estado en relación con esta criatura. Fue atacado
por el "pájaro" la tarde del 14 de enero, cuando se encontraba
en el huerto de su suegra, en Raymondville. Mientras miraba a su alrededor
en busca de algo que emitía un ruido parecido al batido de las alas de
un murciélago, y un "silbido muy curioso", fue atacado desde
arriba por "un ser con grandes garras". Mientras escapaba miró
hacia atrás, y vio un "pájaro" del tamaño de un hombre, con
una envergadura de 3 a 3,5 metros. Tenía cara de murciélago o de asno,
grandes ojos rojos, piel oscura sin plumaje, y no tenía pico.
Libby y Deany Ford dijeron que el gran pájaro negro con cara de murciélago
que vieron cerca de Brownsville era un pteranodon (un tipo de pterodáctilo).
El 24 de febrero, tres profesores de bachillerato que viajaban en coche
por las cercanías de San Antonio también vieron un pájaro que identificaron
como un pteranodon. Cuando planeó sobre sus coches, su sombra cubrió
la carretera. Estimaron que tendría una envergadura de 4,5 a 6 metros.
La señora Patricia Bryant dijo que era tan grande como una avioneta Piper
Cub y que "podía ver el esqueleto de este pájaro a través de su piel,
plumas o lo que fuese". David Rendon comentó que el "pájaro",
más que volar, planeaba y que tenía unas enormes y robustas alas parecidas
a las de un murciélago.
La explicación más prosaica a todos estos hechos es simplemente que los
testigos quedaron sobrecogidos ante la visión de un pájaro poco común.
Sin embargo, ¿hay que tomar en serio la identificación con un pteranodon?
Se supone que estos reptiles voladores quedaron extinguidos hace unos
64 millones de años. Algunos fósiles de pterosaurios atestiguan su presencia
en aquella zona. Pero, ¿pudo sobrevivir alguno? O bien (y ésta es la sugerencia
más fantástica), ¿se distorsionó la estructura del tiempo? ¿se
materializaron de repente en nuestros días animales que vivieron en eras
pasadas?